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Turismo en Cerro Guido: una historia de pumas, conservación y coexistencia

Actualizado: 20 oct 2022

Reportaje en "Ladera Sur"

Artículo por: Felipe Howard


En los prístinos paisajes de Torres del Paine, en la Región de Magallanes, llama la atención un proyecto de conservación que nació como una forma de cuidar pumas y gestionar una buena convivencia con la cultura gaucha y ganadera de la zona. Se trata de Cerro Guido, un lugar que visitamos y tuvimos una experiencia inolvidable de turismo: vimos fauna silvestre de la zona, incluyendo pumas y sus dinámicas diarias, así como vivimos y conocimos labores de una estancia. Fue así como participamos de este experimento para lograr la coexistencia entre la fauna silvestre y el mundo ganadero. Aquí te contamos la experiencia completa.


“Parece que tenemos una sorpresa”, nos dice Pía Vergara, directora de Conservación Cerro Guido, con una sonrisa que trata de esconder mientras abrimos una tranquera hacia la parte alta del sector Condoreras en la Estancia Cerro Guido. Cerramos esa puerta y nos devolvemos. Recién se había comunicado con su equipo de trackers (rastreadores), quienes habían salido más temprano desde la Casa Puma.


Eran las 8 am de nuestro primer día. El macizo del Paine lo veíamos desde el este con una luz nítida propia del invierno. Al poco rato, detuvimos las camionetas y nos encontramos con los trackers: Mirko Utrovicic, Alfredo Rivera y Gino Pereira. También los acompañaba Nicolás Lagos, asesor científico del proyecto. A 100 metros vimos, imponente sobre una roca, a un puma y su cría. Tomamos los potentes binoculares que nos facilitaron, con los que seguimos sus gestos y movimientos. Pía nos dijo emocionada que se trataba de Raya, una de sus pumas predilectas, con su cría de 3 meses, que incluso tiene fecha de nacimiento: 27 de mayo de 2021. Mientras veíamos cómo “cachorrín” jugueteaba a su alrededor, Raya miraba hacia la pampa atentamente. Uno de los trackers que también miraba hacia allá nos dijo bien despacio “otro puma” al que vimos cruzar de manera sutil, pero muy decidida los matorrales. Se trataba de un macho. Avanzó y cruzó a unos 50 metros de nosotros ignorándonos por completo.



La escena sucede muy rápido. El macho llega a donde están Raya y el cachorro, intentando atacar al pequeño. Se escuchan fuertes rugidos, vemos las matas moverse y Raya logra alejar al macho siguiéndolo sin pausa. No volveremos a ver al cachorro. Raya seguirá al macho hacia la parte alta y nosotros estaremos de espectadores a lo lejos de esos movimientos. Durante el día nos movemos hacia la parte alta de condoreras, mientras los trackers se dividen para instalarse en diferentes locaciones sin perder nunca de vista a los dos pumas. Alfredo se queda abajo, Mirko junto a Nico suben por otro sector. Así logramos verlos desde la cornisa, teniendo a los pumas bajo un acantilado a unos 40 metros de distancia. Raya sigue todo el día al puma invasor.


Nos sentimos privilegiados, afortunados con la escena. Pía está muy preocupada por el cachorro de Raya. Nos explica que los machos quieren imponer su descendencia en un territorio, por eso intentan atacar y eliminar crías que no son suyas para luego buscar aparearse con la hembra y así dejar su propia descendencia. Las leyes de la naturaleza. De hecho, Raya este año tuvo dos cachorros y a uno de ellos nunca más lo volvieron a ver.


El proyecto de conservación

El proyecto de conservación de Cerro Guido comenzó desde cero en enero de 2019 como una forma de cuidar a los pumas, pero también para gestionar una convivencia con la cultura gaucha y ganadera tan propia y arraigada en la Región de Magallanes, dos mundos que han estado en conflicto. No esperaban tan buenos resultados en el corto plazo dada justamente esa historia con los pumas, pero con 30 cámaras trampa instaladas han avanzado muchísimo.


“El objetivo es lograr la coexistencia entre la ganadería y la fauna silvestre, esto es más que venir a ver pumas, o sólo venir a ver pumas, estamos en una especie de laboratorio probando herramientas que puedan proteger al ganado y que la coexistencia sea real. Queremos obtener datos científicos, reales, de estos métodos y luego ponerlos a disposición de las estancias vecinas y de toda la región, para proteger no sólo al puma sino a toda la fauna, este es un proyecto que requiere de mucha colaboración”, nos cuenta Pía Vergara, quien es fotógrafa de naturaleza y apasionada por esta región.



“El proyecto de conservación nace desde el puma por su importancia, simbolismo y significado, es muy importante su propia conservación. La idea es a través del turismo hacer sostenible el proyecto de conservación de Cerro Guido, por eso queremos mostrar nuestras actividades”, cuenta Pía. No sólo vimos pumas, en su búsqueda nos cruzamos muchas veces con cóndores inmutables, con ñandúes cubiertos de nieve, con flamencos en las lagunas, además de zorros y guanacos en las pampas. Además estuvimos lejos de las aglomeraciones de turistas que a veces te encuentras en el parque Torres del Paine.



“Mira Felipe, hacia el este, junto a una piedra cuadrada con líquenes, bajo la grieta, allá hay otro puma”. Tomo los binoculares y veo todas las piedras con líquenes, todas son cuadradas para mí, veo todo igual y me cuesta encontrar al puma, que se camufla muy bien, demasiado bien. El ojo de los trackers y de Pía es impresionante, parte de la experiencia turística es sentir esa emoción de observar con paciencia hasta encontrar un puma. Mirar al cielo el movimiento de las aves, buscar señales.


Durante 5 días fuimos justamente a vivir la experiencia en terreno. Alojamos en el hotel Estancia Cerro Guido, base de todas estas excursiones y parte del proyecto de conservación. Una casona antigua, renovada, muy calentita, acogedora y con la decoración de la época, una verdadera estancia que actualmente opera como tal y que desde su comedor tiene una vista privilegiada al Paine. Sus ricos desayunos eran el inicio de nuestras exploraciones. Sus personalizados snacks nos mantenían en pie durante el día. Observamos el Paine desde otra óptica, desde la Sierra del Toro, desde condoreras, paisajes con luces que cambian día a día, amaneceres y atardeceres con las torres como telón de fondo o con la inmensa Sierra Baguales, otro tesoro.


Participamos en varias rutinas de este experimento científico que intentará cambiar algunas metodologías en el manejo de los campos ganaderos. Recorrimos las diferentes locaciones en donde han instalado cámaras trampa, siguiendo las huellas de la naturaleza y la intuición de los trackers. Acompañamos a nuestros guías en su trabajo buscando dichas cámaras y vimos la emoción de Alfredo al revisar las tarjetas de memoria en su teléfono y encontrar cuando pasaba un puma, con la fecha y horario exacto para analizar sus movimientos. “Pasó por aquí hace dos días”. Su sonrisa y alegría al ver el puma en el teléfono nos contagió a todos, con esas imágenes lograrán identificarlos. De la misma forma que nos encantó su conexión con “Palomo” uno de los perros de la especie gran pirineo que desde cachorro convive con las ovejas para tomar su impronta y defenderá al rebaño del puma. Palomo jugueteaba tímidamente con Torres del Paine detrás, una postal.


Viajar a Cerro Guido no es sólo ir a ver pumas como nos dijo Pía Vergara, es ver fauna silvestre, es vivir y conocer las labores de una estancia, es conocer a los gauchos, es participar de este experimento para lograr la coexistencia entre la fauna silvestre y el mundo ganadero.

El último día volvimos a encontrarnos a Raya con su cachorro muy sano corriendo detrás, un poco de alivio y felicidad, las leyes de la naturaleza a veces son más rudas.




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